Pasar los veranos con la abuela eran el mejor curso intensivo sobre la vida: La abuela siempre nos hacía tortillas de seis huevos y el mejor arroz con leche del planeta.
Cuando nos peleábamos siempre zanjaba rápido la trifulca: una colleja a cada uno, daba igual quien hubiera empezado. Siempre nos llevaba al cine de verano porque decía que era mucho mejor que contarnos cuentos en la cama.
La abuela siempre se preocupó por hacer de sus nietos gente de provecho. No lo ha tenido fácil, la pobre, no hemos sacado su mano en la cocina, nunca se nos dieron bien los números, y a ninguno nos dió por sacarnos unas oposiciones a funcionario:
Pero si hay una cosa que nos ha quedado de aquellos veranos, que hemos aprendido, que nos apasiona y que se nos da de maravilla: soñar historias y por supuesto contarlas. Por eso ahora la abuela está orgullosa, por eso ahora:
¡LA ABUELA PRODUCE!